¿Guardamos una ilusión o estamos posponiendo un sufrimiento? El propósito de la existencia no es esquivar el dolor. El esfuerzo evolutivo de millones de años de nuestra especie no pudo haber desembocado en una misión tan parca como la de escurrírsele al sufrimiento. Entonces, ¿por qué a la hora de decidir (asuntos grandes y pequeños), nuestra apuesta fuerte es a ahorrarnos un nuevo pesar en lugar de apuntarle a una vida feliz? Resulta que al cerebro consciente le aterra la idea de sufrir.
Lo único que causa más insomnio que una rabia bien enconada es querer odiar y no poder. Por eso el desafío es tan extraño y la vez tan divino: porque a veces sucede que aunque hayamos pasado todas las desventuras emocionales que se puedan vivir con alguien, sentimos que no tenemos absolutamente nada qué perdonarle.
¿Cuándo fue la última vez que estuvo con usted mismo? Para estarlo no hace falta mudarse al campo, irse a un retiro espiritual ni hacer nada muy raro; basta con que se le mida a parar un momento y a enfocar su atención en lo bien que se siente inhalar y exhalar; no más. Por supuesto en cuanto haya tomado unas tres respiraciones conscientes, el cerebro le va a reclamar: “¡¿Y jugando a no pensar vamos a solucionar todo?!”. No va a ser fácil pero le estoy hablando de arriesgarse a frenar y mirarse al ombligo porque ser capaz de estar a solas es un prerrequisito –en el rango de “indispensable”- para su felicidad.
Pareciera que nos hacemos grandes cuando se nos incuba en el alma una urgencia por “querer llegar”. A ningún lado en particular pero de todos modos nos urge. Nos levantamos sintiendo que ya vamos tarde. Es un afán que se justifica por el afán en sí mismo y que nos hace sentir tan culpables si no estamos haciendo algo productivo que cuando nos queda un rato libre –leí en algún lado-, ya no sabemos si de verdad tenemos tiempo libre o si es que se nos está olvidando algo que teníamos pendiente de hacer.
Munra era mi villano favorito :) Las lecciones más importantes de la vida suelen quedar de herencia luego de algún episodio “muy” algo: muy hermoso, muy infernal, muy apresurado, muy contradictorio, muy empalagoso, muy. Y la clave tanto para acelerar el aprendizaje como para, de paso, ahorrarse la temporada en la psiquiatrería, está en aprender a reconocer al maestro en cuanto aparece -por más disfrazado que esté.
En legítima defensa de la felicidad Hay adultos que cuando toman la resolución de ser felices comienzan a bombardear con arengas de autoayuda y uno a veces no sabe si está ante un sociópata o si sólo es su amigo de siempre pasando por un trance existencial muy duro: “Lo declaro: de ahora en adelante, primero yo y mi felicidad”; “No esperes nada de nadie para que no te decepcionen”;
“No necesito a nadie para ser feliz” y así en una progresión alucinante que podemos observar en primera fila por la magia difusora de las redes sociales.
¿Se ha hecho esa pregunta? (por favor detenga la lectura aquí unos segundos y conteste cuál sería para usted el premio gordo de la lotería de la vida antes de avanzar en el artículo): ¿ser millonario?; ¿tener el trabajo de los sueños?; ¿coincidir con su media naranja?; ¿zafarse de quien creyó era su media naranja pero resultó siendo su medio limón? Ojalá lo que tengo para decir hoy no le resulte decepcionante porque el premio mayor de esta lotería no vendrá desde afuera: el gran golpe de suerte será que en algún momento de su vida (o en muchos momentos de su vida, ojalá) la existencia de alguien sea mejor gracias a usted (gracias a su trabajo, a su amor, a su dinero, a su tiempo: a un poco de energía de la suya, pues).
Mientras “Administrar el tiempo” siga siendo equivalente a “Cómo-hago-para-embutir-más-actividades-en-la-misma-cantidad-de-horas”, vamos a seguir sintiendo que la vida se nos va como agua entre los dedos. No, no y no: usted no tiene que ser tan hiperproductivo como las noticias de sus amigos, a quienes según Facebook les va cada vez mejor en la vida, le hacen creer que necesita ser. Resulta que para tener mucho dinero; ser muy reconocido en su trabajo; tener un buen cuerpo; estar a la moda (en ropa, música y películas) y vivir enterado de las noticias del mundo (políticas, económicas y de farándula, aparte de los marcadores de los partidos de fútbol), para hacer todo eso a la vez, se necesita mucho tiempo y mucha energía. Y tiempo y energía son los recursos más escasos en la vida de los adultos de hoy. Por eso nos sentimos agotados y de ahí que la pregunta importante no sea “Cómo lograr hacer más cosas en un día” sino “Frente a qué hay que empezar a pensar distinto”. En la vida.
Periódico Centro, Mx., 14 de junio de 2016 El concepto de “Poder personal” es una de las puertas más interesantes que usted podrá abrir en su vida. Es interesante porque no se trata de la capacidad de hacer cosas sobrenaturales sino que se refiere al desarrollo de la fuerza prodigiosa que lleva cada ser dentro de sí.
Periódico Centro, México, 1° de junio de 2016 Puede que no lo haya notado pero la fe y el miedo son dos caras de una misma moneda: en ambos casos se trata de la convicción mística, íntima, de que eso en lo que está pensando va a pasar. Y exactamente ahí comienza el dilema existencial: aunque a lo largo de la vida usted ha sentido en su propio pellejo lo valiente que ha sido cuando le ha puesto el alma a un proyecto en el que ha creído firmemente; y no obstante el hecho de que sabe (porque sabemos) que el miedo siempre –siempre- paga con infelicidad, cuando llega ese momento con el que tanto soñó y se encuentra delante de la posibilidad de experimentar o de tener lo que siempre quiso, se le activa el comando de la (mal interpretada) madurez y se dice en su diálogo interno: “Yo ya aprendí la lección y sé que es mejor desconfiar, ir muy despacio, porque ‘De eso tan bueno no dan tanto’ y la verdad es que ‘Sin dolor no hay recompensa’.