Martes, 30 Mayo 2017 08:14

Amores como teléfonos celulares - columna "Lingotes de Felicidad", Centro, México

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Hija, como soy, de este sistema, tengo que admitir que en mi cabeza rondan todos los sueños del capitalismo de Adam Smith: me gustaría comprar una casa grande; tengo la suscripción a Vogue para soñar; por supuesto quiero el nuevo iPhone y claro que estaría encantada de pasar un fin de semana en el Ritz de París. La dinámica del bienestar capitalista es simple: usted da el dinero y a cambio se libera del pesar de tener lo mismo de siempre. “El encanto dura lo que dure el deseo. Y, cuando se desencante, tranquilo: le vendemos un sueño nuevo”. Impecable.

Pero, para la salud de su corazón y de su cerebro, puede que en lugar de seguir a Adam Smith le sea más conveniente prestar atención a san Agustín cuando dice que “La felicidad es seguir deseando aquello que se posee”. Véalo de esta forma: el comercio nos enseñó a burlarnos del concepto de “Para siempre” y por eso comenzamos las relaciones con la consciencia (en silencio) de que esa historia está condenada a morir, igual que sabemos que el teléfono que repagamos con tanta ilusión hoy, dejará de circular en un año.

Poco a poco se nos fue instalando esa urgencia de novedad que nos condena a vivir medio resignados porque siempre estamos albergando en el alma la idea de que en algún lado nos aguarda algo mejor. Y tal vez sea así pero, por estar pensando en qué tendrá de mejor el siguiente celular, nos sentimos ridículos entusiasmándonos con el que tenemos. Ahora bien, dado que las personas no somos cosas, la lógica de esta época nos está privando de vivir con intensidad los primeros capítulos de la que podría ser una gran historia de amor en nuestra vida. Definitivamente fue muy cruel que nos hicieran creer que las personas y los amores tienen que pasar de moda al mismo ritmo de los aparatos. Obvio: siempre será más cool reírse del amor.

Y cuando llega la hora de la despedida, lloramos. Pero los gemidos no son tanto por el pesar de dejar de estar juntos sino porque ver caer a un ídolo es doloroso. Ése no es un llanto de amor: quien llora en realidad es nuestro ego porque le tocó reconocer que quien fue su amor eterno ha dejado de entretenerle… como si lo que tuviera entre sus manos fuera un iPhone 4 y no un corazón.

La promesa de novedad es un canto de sirena de agencia de publicidad. Como en el fondo todos sí queremos volver a ilusionarnos, nos olvidamos de que los amores verdaderos suelen venir remanufacturados y es por eso que son hermosos: porque no se consiguen con la frecuencia con que el mercado aparece con un nuevo cacharro programado para que en un año deje de brillar.

Columna publicada en el periódico “Centro”. Puebla, México, el 16 de marzo de 2017. Enlace a la publicación del periódico haciendo click aquí: 23r lingote de felicidad de Sylvia Ramírez  Por: Sylvia Ramírez Rueda Conferenciante internacional de Felicidad y Personal Branding Coach Ejecutivo – Coach Personal ¡Sigamos en contacto! En Facebook: “Sylvia Ramírez Coaching e Imagen” En Twitter e Instagram: @SylviaRcoaching Suscribirse al canal de YouTube: Sylvia Ramírez coach www.sylviaramirez.com.co

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